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EL REINO con spoiler

Actualizado: 21 dic 2021


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Del reino de Dios al reino del Juez

Por Alberto Muñoz


El Reino es la nueva serie argentina de Netflix estrenada el 13 de agosto.

Está protagonizada por el Chino Darín, Nancy Dupláa, Joaquín Furriel, Peter Lanzani, Mercedes Morán y Diego Peretti. Los guiones pertenecen a Marcelo y Claudia Piñeyro, y la dirección está a cargo de Marcelo Piñeyro y Miguel Cohen.

Lo primero que cabe destacar es que la serie a pocas horas de estrenarse ya estaba primera en el ranking de la plataforma, cuestión en lo particular que me da mucha satisfacción y alegría.

El último año y medio hemos padecido una pandemia que nos arrastró a los abismos de la insuficiencia del sistema sanitario mundial, pero no fue lo único que cayó en decadencia, sino que las economías de los distintos países del planeta se vieron afectadas por medidas que tuvieron que adoptarse tales como la cuarentena.

Aunque creo que hay que ser específico y plantear con claridad que la profunda crisis económica y social que vio profundizarse en este último tiempo, no es nueva sino que viene desde el fondo de la historia en dónde “unos pocos” se imponen sobre “algunos muchos”.

En el actual sistema de producción, denominado capitalismo, la plusvalía es la expresión de la dominación capitalista en dónde el dueño de los medios de producción compra la fuerza de trabajo de su proletariado, el cual obtiene en este procedimiento un salario, que es equivalente a un mínimo porcentaje del producto final cuando, el mismo, ingresa al proceso de intercambio comercial. El resto del dinero que se obtiene de la venta del producto se divide en un porcentaje ínfimo al desarrollo de los medios productivos y en su mayoría a abultar las cuentas bancarias del capitalista.

Pero esta cuestión se complejiza en los análisis de Lenin cuando plantea en su trabajo “El imperialismo fase superior del capitalismo” que “El capitalismo ha transformado su sistema universal de opresión colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países avanzados. Este botín se reparte entre dos o tres potencias rapaces de poderío mundial armada hasta los dientes... que por el reparto de su botín arrastran a su guerra a todo el mundo.”

O sea que en el sistema capitalista, en su fase imperialista el mundo se divide entre países opresores y países oprimidos, en este sentido Argentina se encuentra dentro del conjunto de países oprimido por el imperialismo, disputado por varios de ellos y dependiente.

Podemos mencionar como ejemplos al respecto: la deuda externa que genera una profunda dependencia económica de los grandes monopolios financieros del mundo, el sistema terrateniente y latifundista en la que se produce el alimento de los argentinos y que se encuentra concentrado en el 3% de la población y en su mayoría extranjeros magnates de arcas coloniales, las empresas energéticas que están en manos de los representantes de los intereses foráneos, y así podríamos seguir un par de renglones más.

Por eso, mi sincera alegría, a que en tiempos de pandemia, de paralización de la producción artística y de encierro, pero también de padecimiento de la crisis económica, una de las primeras obras que ven la luz de “lo público”, despierte enormes expectativas y sea inmensamente consumida.

Ahora abordemos el análisis propiamente dicho.

En primer lugar hay que decir qué los guionistas de la serie dejan expuesta una gran cualidad en desuso en la mayoría de las producciones artísticas, esa es la asunción expresa de una concepción de sujeto-artista en la que en vez de elevarse, el mismo, de la tierra mundana en la que estamos hundidos el conjunto de los sujetos que componemos las distintas comunidades de esta sociedad, entierra sus piernas hasta las rodillas en el espeso barro de la pachamama, produciendo así, un hecho creativo que late al ritmo del latido del corazón alegre o triste de las amplias mayorías populares.

En este sentido tiene un doble mérito la cuestión que estoy analizando, y consiste en que ninguno de los 8 capítulos podrían jactarse de ser un panfleto poético, por el contrario, cada episodio se constituye como una obra de gran valor estético:

- la fotografía juega con los distintos niveles de la iluminación y el arte, generando una profunda familiarización de cada locación elegida para contarnos los distintos escenarios,

- las actuaciones permiten junto con la elección del plano y la edición, desarrollar la capacidad expresiva que transforma el hecho audiovisual en una gran poíesis intermediada por la maquinaria tecnológica, y

- la música instrumental también colabora con el objetivo narrativo planteado en las escenas en las que se utiliza este recurso.

O sea, entiendo la serie El Reino como la realización de una obra articulada en ocho episodios, en los cuales hay una virtuosa combinación de imagen, actuación y guión.

Pero, todos estos elementos han sido puestos en funcionamiento a partir de una concepción política que realiza una lectura de la situación real contemporánea en la cual el eje vertebrador de la historia o relato se centra en la configuración de tres instituciones de la vida social, me refiero a la institución de la política, de la justicia y de la religión. A esta última, la aborda desde la iglesia evangélica.

¿Son las únicas instituciones, éstas, que dominan la vida práctica de los pueblos?

Claro que no, podemos decir que los empresarios monopólicos, terratenientes y latifundista son importantes ausencias en el desarrollo de la obra, aunque en uno de los episodios hace referencia a este grupo, particularmente en el último capítulo en el cual el candidato a presidente se dispone a dirigir un discurso a su público.

Sin embargo, este es un detalle menor, dado que es absolutamente válido el recorte de la realidad que los guionistas y demás artistas decidieron aplicar en los ocho capítulos.

También se aborda como tema secundario, el poder de los medios de comunicación en relación a la práctica cotidiana en la que ayudan a construir un sujeto social en el pueblo cuya función es sujetar el estatus quo que lo domina y lo oprime.

Los guionistas también encontraron la forma de transparentar la necesidad de infiltración que los sectores dominantes extranjeros tienen en los países dependientes en los cuales necesitan operar desde adentro de los gobiernos populares, seudodemocráticos, y hasta desde el interior de las organizaciones y partidos que luchan por una sociedad mejor, en esto, la obra hace referencia a los hechos sucedidos el 19 y 20 de diciembre de 2001 en argentina.

- La fiscal:

Nancy Duplaá se constituye en la historia como la heroína que es capaz de resignar su aspiración profesional y aspectos de su vida personal, para “hacer el bien” luchando contra “el mal”.

El mal está representado por “el estringulis” del poder, y el bien, por una idea de justicia que pareciera tener sólo ella, en carácter de –justamente heroína-.

Bastante romántica e idealista esta mirada, pero entiendo que es parte de la decisión narrativa y artística, en la que la existencia de “el bien” es lo que hace la existencia de un conflicto que tiene en vilo a todo espectador durante los cuarenta y pico de minutos de cada capítulo.

- Los pastores:

Mercedes Morán es la personificación del dogma evangélico que vive del diezmo y de la vinculación de su iglesia con la política, pero entra en contradicción cuando su esposo interpretado por Diego Peretti pasa de ser un candidato a vicepresidente a candidato a presidente, por el asesinato del primero.

Allí empieza a desarrollarse una historia de secretos familiares y cooptación de juventudes de los sectores populares, que encuentran en ese colectivo, una salida a los graves problemas sociales que se padecen en los barrios más humildes.

- El político:

Joaquín Furriel interpreta al responsable de penetrar en el poder político argentino para desarrollar los planes de los intereses imperiales.

También debo mencionar el único aspecto de la obra que, a mi parecer, es cuestionable. Me refiero a la existencia en el relato audiovisual de un ser elegido por “Dios” y que tiene poderes sobrenaturales –un mecías-. Mi cuestionamiento no es por el hecho de mi marxismo, sino porque no le aporta nada a la trama. Inclusive hay una situación sobrenatural arriba de un colectivo sobre el final de la serie, que es disruptivo en lo generado –a nivel de consciencia y de emoción- durante los episodios anteriores.

Por último, he observado algunas críticas que se le han realizado a la obra por, supuestamente, no ajustarse a los protocolos de la justicia cuando el personaje de Nancy Duplaá queda sola hablando con un presidiario en su celda, pues esta crítica como otras de la misma característica, son apreciaciones “bobas” de “bobería” absoluta, dado que el ajuste con la realidad de elementos tan pequeños como el protocolo de las cárceles cuando un fiscal se entrevista con un interno, es de una literalidad tan doctrinaria y de “vuelo rasante” al nivel del cordón de la vereda, que exige que sospechemos de su verdadera intencionalidad.

En síntesis, El Reino es una obra artística audaz y valiente, que aporta una mirada particular sobre la articulación en el poder de lo político, lo judicial y lo religioso.

Hoy estoy deseoso de asistir a una segunda temporada, ante un final de la primera que me dejó una profunda secuela de pensamientos y ensueños de lo que fueron testigos dos termos de café.

En hechos artísticos como el descripto, es que uno queda “amigo” de quienes realizaron la obra.

Un fuerte abrazo, entonces, a mis amigues de EL REINO.

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